La musa viene de noche, en la oscuridad. Porque sólo en la auténtica oscuridad podemos descubrir de nuevo lo que es la luz.
Hacía más de tres meses que se había marchado. Tres meses en los que el cielo como un cristal opaco rebotaba vacío. La inspiración muy dentro, prisionera. El corazón, muy lento, casi quieto. La musa se había escondido bajo las nieves frías, muy dentro, prisionera.
Miles de palabras ciegas que no encontraban voz y fue entonces, en la noche, en el silencio... cuando surgió la musa y el río de letras comenzó a cantar.
La musa viene siempre de noche, porque sólo en la auténtica oscuridad podemos encontrar ese breve destello y convertirlo en luz. Porque mi nombre es antorcha y en mi corazón llevo escrito ese nombre que lleva a la luz a través de la selva. Porque le doy gracias a la luna por estar bien oculta esa noche. Porque me regaló el destello y en él la musa. Tomo tu chispa y la transformo en luz.
Ahora la noche es clara y las palabras perdidas revolotean en la pecera de los sentimientos y se alimentan del plactón de las emociones.
"Te había echado de menos, Musa".
Silencio. Un silencio que sólo puede inspirar una respuesta.
Quieta, visionaria en la oscuridad.
"Gracias".
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