Cristales muy pequeños que paciente
el elixir sagrado consigue cicatrizar.
Días negros que en la noches claras
brindaban amaneceres grises.
Golpe a golpe, en la mirada,
el frágil vidrio rompía la porcelana triste
y arrancaba el vermellón de la sonrisa.
Restos de un infierno quieto que arrastra
y vomita viejas carcajadas locas
que saben a aguijones me delatan.
Un agujero negro que apaga,
un sendero yermo que agota.
Y en la antimateria que absorbe deseos de guadaña,
un núcleo que aún débil late, recorre la savia rota
y lame, gota a gota, con su ligera pomada.
E.B.
Te leo perdida en este antro de tinta y antimateria y me retraigo a mis propias tinieblas al leerte, me atrapan mis demonios y los tuyos, sé que estamos ahí, quietos, silentes… pero hay un universo rosa detrás de tus pestañas en el que me sumerjo muchas veces… aunque lo odie.
ResponderEliminarBrillas como la luz que brilla detrás de estas cenizas, brillas a pesar de todo.
Didi O’Callahan.
Brillo cuando alguien como tú me mira.
ResponderEliminarEl dorado se aviva y el polvo desaparece.
Y en la cicatriz belleza de un conocimiento irregular...
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